Esta es una historia de superación personal.
He tenido la fortuna de nacer, crecer y vivir dentro de instalaciones militares durante mi infancia y parte de mi adolescencia. El color verde militar está tatuado en mi memoria, los desfiles, los tanques, las instalaciones, el armamento, los tambores y las trompetas con ritmo militar, y por supuesto los símbolos patrios. El orden y disciplina que impera en cada rincón de sus instituciones y el profundo respeto que se tiene por la bandera y nuestro país… lo anterior marca una grandísima diferencia entre el ciudadano común y el ciudadano militar.
En una oportunidad, tuve la fortuna de hablar con un militar retirado y al darme cuenta de su disposición para contarme su historia aproveche y le hice varias preguntas, esto fue lo que recapitulé:
Él era el mayor de 6 hermanos, recuerda su infancia como una etapa llena de carencias económicas, básicamente su alimentación era caldo de frijol, tortillas con sal y chile. “No conocíamos la leche ni el chocolate, dormíamos en petates, vivíamos en una casa de teja con adobe y el piso era puro ladrillo y generalmente nos bañábamos con agua fría” recordaba el militar retirado con algo de nostalgia. Al yo hacer cara de sorpresa de cómo vivió durante su infancia me aclaró; “La pobreza no es sinónimo de vivir mal y no poder progresar en la vida, porque nosotros somos el artífice de nuestro propio destino”.
Su abuelo trabajó durante toda su vida cuidando borregos de un español que les dio esa oportunidad, gracias a ese trabajo lograron salir de la pobreza y montaron su tienda de abarrotes. A pesar de la situación no hicieron falta los estudios ya que la mamá (del militar retirado) era una mujer que había estudiado mecanografía y taquigrafía, demostrando así que el ser pobre no es sinónimo de carencia de estudios, ya que como dice el dicho “el que quiere puede”.
A sus 16 años un subteniente fue al pueblo a promocionar la carrera del militar y un familiar cercano le convenció de irse a las fuerzas armadas. “Portar uniforme militar, un arma y poder salir de la pobreza era suficientemente motivante, todos mis hermanos y yo queríamos salir de ahí” recuerda el militar retirado. De hecho, hizo un pacto con su hermano en el que sí lograba salir de la pobreza lo ayudaría y este a su vez ayudaría al siguiente hermano.
“Entrar a Las Fuerzas Armadas son lo máximo que me pudo haber sucedido, gracias a ellas conocí todo el país, me disciplinaron y me prepararon de manera física y psicológica, me ayudaron a salir a delante.” Comentó el militar retirado.”
Este gran militar sirvió al Ejercito Mexicano durante 47 años , cuenta con una licenciatura en administración militar, es diplomado del Estado Mayor y tiene su título de maestría en seguridad nacional. Este gran militar dio todo por su país, por su familia y siempre utilizó la frase “tu eres el artífice de tu propio destino”… vaya que tenía razón.
Este gran militar es un ejemplo de superación personal y nos demuestra que la pobreza está en la mente. Este gran ser humano, tiene toda mi admiración y respeto.
Gracias Papá por darme lo más importante, amor, valores y educación.
Escrito por Sergio Martínez
Socio Fundador DiMa Consulting
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